Catalanistas entre los espías de Franco
Dos personas tuvieron una importancia capital en el establecimiento de la red de espionaje: Francesc Cambó y Josep Bertran i Musitu, dos de los fundadores de la Lliga Regionalista catalana. El miedo a ver instaurada una república de izquierdas en España hizo que su vena conservadora prevaleciese sobre la catalanista. Así, Cambó financió el SIFNE (Servicio de Información en la Frontera Noroeste de España), mientras Musitu dirigía a los agentes. En sus comienzos además contaron con la colaboración de decenas de burgueses españoles exiliados ante la amenaza comunista entre Biarritz y San Juan de Luz.
La falta de preparación de los efectivos franquistas era también manifiesta. Así lo demuestra, por ejemplo, el intento de secuestro en Brest del submarino republicano C-2, que tuvo que ser abortado dada la incapacidad de los agentes para reducir a todos los centinelas y poner los motores en marcha una vez realizado el asalto. No obstante, los éxitos del espionaje franquista fueron notablemente superiores a los de sus enemigos.
Las principales tareas de los agentes nacionales pasaban por vigilar el tráfico de mercancías en los puertos franceses para denunciar el envío de armamento camuflado por barco a los republicanos. En caso de que las denuncias cayeran en saco roto, saboteaban ellos mismos los buques. Para su tarea contaban además con valiosos colaboradores, agentes simpatizantes de las formaciones ultraconservador «Croix de Feu» y «La Cagouele», y con oportunistas dispuestos a hacer su agosto en tiempos difíciles. Tal fue el caso de dos empleados del servicio de telégrafos de Marsella, Sentenac y Pigeyre, que vendían telegramas con información sobre el curso de la guerra enviados al Gobierno republicano desde Argel. Luego se dedicaban a vender la información a los agentes nacionales.
Las autoridades francesas descubrieron la trama y detuvieron en agosto de 1937 a los implicados. En Francia las actividades de la inteligencia de Franco se seguían de cerca, pues existía el temor a que los mismos agentes se pusieran en el futuro al servicio de las autoridades del potencial enemigo nazi. Franco obtuvo gracias al SIFNE una cantera de agentes adiestrados capaz de seguir de cerca a comunistas, nacionalistas y demás enemigos del régimen desde la Dirección General de Seguridad. A los agentes republicanos solo les quedó una vida en el exilio.
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