Arturo Pérez Reverte: "Con más educación habría menos independentismo"
Denuncia "el daño" que el Gobierno está causando a la cultura y clama contra la escasez de voces que se alzan para protestar
JUAN FERNÁNDEZ
Hoy le tocaba hablar al Arturo novelista, el creador de intrigantes tramas que en su última obra, 'El francotirador impaciente', invita a su legión de lectores a sumergirse en el submundo del grafiti. Pero el otro Arturo, el articulista y polemista de gatillo fácil en Twitter, no se resiste a mojarse a cuento de los debates de la vida pública. Porque tiene "tendencia a largar", como reconoce, o por una cuestión de honor, palabra que utiliza con frecuencia.
–¿Qué vio el francotirador Pérez Reverte en el mundo del grafiti para decidirse a apuntar hacia él?
–Un territorio interesante. Una novela es un artefacto narrativo que uno sitúa en lugares útiles para contar relatos. El narcotráfico, la guerra, la marina, la esgrima, la bibliofilia... Todos son escenarios, pero un novelista coherente cuenta siempre la misma historia.
–Un territorio interesante. Una novela es un artefacto narrativo que uno sitúa en lugares útiles para contar relatos. El narcotráfico, la guerra, la marina, la esgrima, la bibliofilia... Todos son escenarios, pero un novelista coherente cuenta siempre la misma historia.
–Para documentarse estuvo con grafiteros de Madrid, Lisboa, Roma, Nápoles y Verona. ¿Qué descubrió?
–Lo injusto que es englobar bajo la misma palabra a todos los tipos de grafiteros que hay. Está el vándalo que se dedica a bombardear sin escrúpulos y el que respeta los códigos y jamás pinta en monumentos o espacios públicos. Hay algo fundamental: el grafiti que es legal no es grafiti. Descubrí un mundo lleno de héroes, villanos, traidores, gestos solidarios... Hay una ética, una estética, unos valores.
–Lo injusto que es englobar bajo la misma palabra a todos los tipos de grafiteros que hay. Está el vándalo que se dedica a bombardear sin escrúpulos y el que respeta los códigos y jamás pinta en monumentos o espacios públicos. Hay algo fundamental: el grafiti que es legal no es grafiti. Descubrí un mundo lleno de héroes, villanos, traidores, gestos solidarios... Hay una ética, una estética, unos valores.
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