Pau Claris y la Revuelta Catalana
En julio de 1638, el canónigo Pau Claris (1686-41) fue elegido como diputado eclesiástico para constituir la Diputación del General, es decir, como presidente de la Generalitat para el trienio 1638-1641. Su presidencia estaría marcada por el enfrentamiento con la monarquía como consecuencia del saqueo de Palafrugell (1638) por los tercios reales y por las acusaciones de contrabando hechas contra la Generalidad. Esta crisis se intensificaría, en la primavera de 1639, con la invasión francesa del Rosellón y la consiguiente rendición de Salsas, y culminaría con el encarcelamiento del diputado militar Francesc de Tamarit. El juez del Breve Apostólico también abrió un informe sobre Claris, acusado de intervención en los disturbios contra los soldados, pero éste no pudo ser condenado por falta de pruebas.
![Pau_claris_i_casademunt.jpg](http://lh6.ggpht.com/-3x188zwIsEw/ToBKvArJKGI/AAAAAAAAENs/_oHMK_9PXRg/Pau_claris_i_casademunt.jpg?imgmax=640)
Pau Claris
La gravedad de los incidentes posteriores, que culminarían con el Corpus de Sangre del 7 de junio de 1640, desencadenarían la ruptura definitiva entre la Generalitat y el gobierno del Conde-Duque de Olivares. La inminente invasión castellana de Cataluña obligó Claris a buscar la ayuda militar que necesitaba el Principado en Francia: las conversaciones iniciadas por su sobrino Francisco Vilaplana acabarían con la firma en Barcelona (diciembre de 1640) de un pacto de ayuda militar y , posteriormente (16 de enero de 1641), con la proclamación de la República Catalana bajo la protección de Francia.
Este es un fragmento del discurso de Pau Claris llamando a la resistencia de los catalanes contra los ejércitos de ocupación castellanos de Felipe IV y Olivares:
Ahora os ruego, como ciudadano particular, que escucha mis razonamientos y, como cabeza de su Junta, os encargo que revise sustancia de estas y de aquellas palabras [...]. He aquí Cataluña, esclava de insolentes, nuestros pueblos como anfiteatro de sus espectáculos, nuestros bienes, botín de su ambición; nuestros edificios, materia de su ira, los caminos, acaecidos seguros para la industria de nuestras justicias, ahora vuelven a ser infestados; las casas de los nobles les sirven de fáciles hospederías; sus techos de oro y de pinturas preciosas queman lastimosamente en sus hogueras [...].
Cuánto tiempo hace, señores, que sufrimos? Desde 1626 este nuestro país sirve de cuartel de soldados.Pensamos que en 1632, con la presencia de nuestro príncipe. las cosas mejorarían, y nos dejó con mayor confusión y tristeza: en suspenso la República, imperfectas las Cortes. Antes los suaves medios no acabaran, largos días ruega, llora y escribimos. Pero ni los rezos encontraban clemencia, ni las lágrimas consuelo, ni respuesta las letras [...]. Decidme: si es verdad que en toda España son comunes las fatigas de este Imperio, como dudaremos que también sea común el displacer de todas sus provincias? Una debe ser la primera que se queje y una la primera que rompa los lazos de la esclavitud; esta seguirán las demás [...].Castilla, soberbia y miserable, no consigue un pequeño triunfo sin largas opresiones [...]. ¿Qué es lo que os falta, catalanes, si no es la voluntad? No sois vosotros, descendientes de aquellos famosos hombres que, después de haber sido obstáculo a la soberbia romana, también fueron alcanzó la felicidad de los africanos? No guarde todavía reliquias de aquella sangre famosa de sus antepasados, que vengaron las injurias del imperio oriental que subyugaba Grecia? Y los mismos que luego, contra la ingratitud de los Paleólogo, en reducido número os extender dando por segunda vez leyes en Atenas? Quien os ha convertido en otros? Yo no lo creo, sino que pienso que sois los mismos y que no tardaréis nada más a parecerlo que lo que tarde la fortuna en dar justa ocasión a su enojo. Y qué más justa en podríais esperar que la de redimir vuestra Patria? [...]Por detiene la grandeza del Rey Católico, acercaos a ellos con la consideración y le perderá el miedo [...]. No ve la potencia de su Rey cuantos años hace que sufre? Más bien podríamos decir, a la vista de sus ruinas, que su grandeza se debe medir por lo que ha perdido y no por aquello de que ha disfrutado, tanto es lo que cada día se le va perdiendo de nuevo. Si desea plazas, muchas os ofrecerán Flandes y Lombardía, apartadas ya de su obediencia. Si desea regiones, preguntad a unas Indias ya las otras. Si desea armadas, el mar y el fuego os darán razón. Si capitanes, responderá por ellos la muerte o el desengaño. Algunos filósofos han pensado, con Pitágoras, que las almas pasan de unos cuerpos a otros. Y, ciertamente, lo podemos afirmar de los políticos en las monarquías, donde parece que la felicidad que anima sus cuerpos, en dejarlos cadáveres, pasa a dar espíritu y aliento a otros naciones olvidadas: tal podemos esperar que nos suceda [.. .].Yo no soy de opinión que armeu sus naturales que, siguiendo su enojo, represente batallas contingentes. No digo que con excesos solicita la indignación del rey; no digo que negáis a SM el nombre de señor, pero digo que, tomando las armas con vehemencia, procure defender allí su justísima libertad, vuestros honrados fueros; que ponga guarniciones a sus pueblos y ciudades, que fortifican lo que es débil, que repare lo fuerte; que generosamente pida satisfacción de los delitos de estos bárbaros que os oprimen; que consiga su alejamiento de nuestra región y el descanso de la Patria . Y que, si no logran, lo ejecute vosotros este es mi parecer. O que, si también encuentra dura esta resolución, en este punto tratamos todos de desamparar y dejar de una vez la miserable provincia a otros hombres más venturosos.Y si a mí, como aquel que más tiernamente vivo sentido sus lástimas, estoy por un compañero pesado cuando con esta libertad os hablo, o si a alguien le parece que por más exento del peligro os llevo más fácilmente, digo, señores , que cedo toda la acción que tengo a su gobierno. Vuelva en buena hora a los pies de su príncipe, llorad allí: atieu con tu humildad la insolencia de los que os persiguen, y sea yo el primer acusado en sus tribunales. Echar el mar furioso de su enfado este pernicioso Jonás; que, si con la muerte debía cesar la tormenta y el peligro de la Patria, yo mismo, desde este lugar donde me pusisteis para mirar por el bien de la República, caminaré a la presencia del enojado monarca arrastrando cadenas, por ser ante ella odiosíssim fiscal y acusador de mis propias acciones.Mori yo! Mori infamemente y respire y viva la afligida Cataluña!
No hay comentarios:
Publicar un comentario