miércoles, 27 de diciembre de 2017

Baruch Spinoza (1632-1677) es un filósofo extraño

Baruch Spinoza (1632-1677) es un filósofo extraño. Proscrito por su propia tribu --los judíos holandeses-- y racionalista convencido en un mundo configurado por la religión, su biografía cuenta que tuvo el valor de dejar de acudir a la sinagoga, donde los intérpretes de la ortodoxia mandaban sobre mentes y haciendas ajenas --lo primero siempre conduce a lo segundo--, y se marchó a los suburbios de Ámsterdam, esa Jerusalén del Norte, para dedicarse al oficio de pulir lentes de instrumentos ópticos. Hace falta tener una paciencia infinita para sacarle brillo a un cristal. Tanto como para pensar solo, un vicio imperdonable en una sociedad que, entonces y ahora, se entrega con un raro entusiasmo a los líderes dogmáticos. “El instinto natural de cada hombre no está determinado por la razón, sino por el deseo”, escribe en su Tratado Teológico Político. Su teoría del poder es apasionante pese a que se le haya censurado no ser partidario el voto femenino, una carencia propia del siglo XVII. Hizo acto de contrición en un epitafio inventado: “Escupid sobre esta tumba, aquí yace Spinoza”.
Para el filósofo holandés, “el hombre que se guía por la razón es más libre en el Estado, donde vive según leyes que obligan a todos, que en soledad, donde sólo se obedece a sí mismo”. Sin el Estado, que es una de las formas del pacto social, sólo existe la ley de la selva. Un Estado sano, según su criterio, es aquel donde existe libertad y los ciudadanos no sienten el yugo del poder, cualquiera que éste sea. Spinoza creía en la democracia, pero no se engañaba: la calidad de cualquier método de gobierno depende de la virtud de los hombres que lo administran. El pensamiento spinozista no puede tener mayor actualidad tras el 21D, cuando algunos no terminan de comprender cómo las urnas han terminado avalando --con bastantes matices-- a aquellos que nunca han creído en la democracia. Borges ya dejó dicho que unas elecciones consistían en el abuso de la estadística, lo que lejos de suponer un rechazo categórico al hecho de votar debería entenderse como una advertencia irónica sobre los riesgos de confiar ciegamente el destino de los hombres a la mera supremacía numérica.
El independentismo basa su idea de nación en una paradoja: constituir una comunidad política desde unas raíces que van contra la idea moderna del Estado, ligada a la razón, no a la apetencia natural. Que los nacionalismossean hijos del romanticismo tardío no los convierte necesariamente en ideologías modernas. Los tiempos históricos nunca son rectos. Más bien terminan siendo el resultado imperfecto de la cohabitación de ideas contradictorias. Los nacionalistas no son espíritus racionales. Defender la identidad sentimental como proyecto político implica postular la supremacía del deseo sobre el derecho y sublimar los instintos sin compensarlos debidamente con los deberes. La ética, ante las pasiones, se esfuma.

Estado, democracia, ley y nacionalismo

Un Estado, según Spinoza, se funda por dos razones: “la esperanza de un bien mayor y el temor de un mal mayor”. Es una manera inteligente de encauzar las pasiones tribales. Los nacionalismos, por el contrario, se nutren de su amplificación, aunque con un fin tan prosaico como elaborar inventarios de bienes raíces e instaurar órdenes tributarias. Una democracia no guiada por la razón puede ser formalmente democrática, pero nunca será justa. Sobre todo si hurta a sus ciudadanos de lo que es suyo, ya sea la lengua o la cartera. El poder de la ley, el único aceptable en una sociedad civilizada, es una barrera frente el dogmatismo comunal, cuyo predominio excesivo tiene el peligro de instaurar una forma aceptada de totalitarismo. Salta a la vista: las dictaduras también celebran elecciones.
Spinoza, que básicamente era un ateo realista, no creía que cualquier gobierno democrático sea necesariamente virtuoso ni que la política impida los conflictos. Una comunidad política donde no exista el derecho a pensar o ser distinto, o en la que ambas cuestiones se vean como un problema, no sería democrática aunque votase hasta la lista diaria de la compra. Sobre todo si no respeta el patrimonio común de la convivencia. La democracia racional de Spinoza encauza la voluntad de los hombres y los aleja de las pasiones. Por eso cuando un individuo o un grupo social se rebela contra ella para conquistar ilegítimamente el poder comete un delito aunque la insurrección se presente bajo sonrisas bondadosas. En una democracia racional cada individuo debe pensar y opinar con libertad, pero no puede obrar según su antojo. La obra de Spinoza es un canto a la inteligencia frente a quienes, bien sea en materia religiosa o política, avivan el miedo y predican la falsa esperanza de que para ser felices en un futuro inminente hay que malograr el presente. Sus divagaciones intelectuales nos descubren, muchos siglos después, que casi nada ha cambiado bajo el sol del invierno.

sábado, 16 de diciembre de 2017

Daños del Separatismo

Santos Juliá (Ferrol, 1940), historiador, articulista y, por qué no, también divulgador y agitador de debates continuo, habla alto y claro, pero con tiento, porque no quiere perder nunca el matiz. En su despacho en la facultad de Políticas de la UNED en Madrid, rodeado de libros y papeles, Santos Juliá muestra su preocupación por lo que ocurre en Cataluña. Asegura que lo que ha sucedido es que “ha habido una quiebra interna profunda” porque se han dejado de lado “las identidades compartidas, en las que no se negaba ni ser catalán ni ser español”, y que superar eso debería ser la gran prioridad para poder afrontar una reforma constitucional que lograra los grandes consensos que sí se alcanzaron en 1978.
Juliá acaba de publicar el libro Transición (Galaxia Gutenberg) con el objetivo de demostrar la continuidad histórica en España de la idea del acuerdo entre vencedores y vencidos. La aporta Manuel Azaña en 1937, ya avanzada la Guerra Civil, sigue con el Consejo Federal Español del Movimiento Europeo, que culmina en el llamado Contubernio de Múnich, con un verdadero acercamiento entre democristianos y falangistas con republicanos en el exilio. Juliá, en una entrevista con Crónica Global,señala que la voluntad “siempre fue la misma, aunque con algunas diferencias”, hasta llegar a la transición política con las primeras elecciones democráticas en 1977.
Y es que, en aquel momento, se pretendía que las potencias europeas y Estados Unidos forzaran a Franco a buscar una transición. El nuevo intento que llega después es de los comunistas y de la nueva generación, la que protagoniza las revueltas universitarias en 1956, --con algunos padres de futuros dirigentes del PP, como Gabriel Elorriaga-- que ya no piden esa intervención de los países europeos sino que “ponen en marcha un proceso de conquista de espacios de libertad, dentro de las instituciones del régimen”.

La izquierda se deja apropiar la transición

El denominador común es que se reclama un gobierno de concentración, un gobierno de todos. Llega la Transición, como la conocemos ahora, la que culmina con la Constitución de 1978. Y la diferencia es que “no se alcanza ese gobierno de concentración, sino un gobierno que viene del franquismo,aunque la UCD ocuparía ese papel, al concentrar personalidades muy diversas”. Juliá señala que “sólo 18 diputados del grupo parlamentario de la UCD habían sido procuradores en las Cortes franquistas”, aunque añade que muchos otros habían sido directores generales o habían ocupado cargos durante el franquismo.
El hecho es que Juliá rechaza por completo que se deba hablar del “régimen del 78”, y que esa expresión la ha hecho suya en los últimos años los herederos del PCE, de “forma incomprensible”, porque la transición debería formar parte del “haber” del propio PCE y de toda la izquierda española.
“Lo que ha ocurrido es que la Transición se la ha apropiado la derecha, porque la izquierda la ha abandonado, cuando la derecha, en aquel momento, tuvo muchos problemas para aceptar los cambios que se iban produciendo”. Y se indigna cuando se le pide por la posición de Podemos, que ha hecho suya esa expresión del "régimen del 78". “Íñigo Errejón ha llegado a decir que no es 'políticamente productivo' criticar la transición, porque ha visto que el conjunto de españoles siente orgullo de lo que se hizo”, y ahora afirma que fue un éxito, salvo la cuestión territorial, sólo un año después de afirmar lo contrario”.

Rechazo a la transición como pacto del olvido

Ni es régimen del 78, según Juliá, ni se debe decir que fue una apuesta por el olvido y el silencio. “Todo eso no es verdad, se debatió intensamente, durante todo el proceso de elaboración de la Constitución, y después, con publicaciones, congresos, discusiones académicas, simposios... todo ese debate ha estado muy vivo, nunca se ha dejado de lado”.
Sin embargo, Juliá sí ve una decisión que explica, en parte, esa crítica a la transición. Considera que fue Rodríguez Zapatero, al plantear la ley de memoria histórica, “cuando la cuestión de las fosas se pudo resolver con el nombramiento de un juez especial, y medios para identificar a los muertos de todos los familiares que lo pidieran”, quien establece la idea de que la transición no resolvió las cosas. “Al introducir esa ley, se dio pie a una conexión, a la idea de que había una deuda, del reconocimiento de que los vencidos estaban pendientes de una reparación, de que se podía deslegitimar la Transición”.

El error de las alianzas de Zapatero

¿Pero qué ha pasado? ¿Cómo Cataluña acaba condicionando ahora toda la política española, a punto de unas elecciones que pueden ser cruciales? Santos Juliá asume la pregunta, de nuevo, con la necesaria reflexión sobre el periodo histórico. Asegura que la necesidad de finalizar el libro le ha dejado insatisfecho sobre la parte final, en la que analiza los hechos de septiembre en el Parlamento catalán, y que la reelaborará en breve.
Pero constata que el problema arranca con el socialista Rodríguez Zapatero y el Estatut. “El inicio de la alianza de los socialistas con la izquierda nacionalista, que rompe con la tradicional alianza con el catalanismo conservador lleva a un hecho, y es que en el momento en el que el PSOE pierde la iniciativa, sus aliados entienden que deben abandonar el catalanismo para ir hacia otra cosa, que acaba transformándose en el independentismo. Ahora es fácil decirlo, porque todo podría haber sido diferente, pero haber facilitado aquella alianza, tal y como han ocurrido las cosas, fue un error, porque dio pie a la ruptura”. Juliá se refiere al Pacto del Tinell, en Cataluña, que orilló al PP, y que se replicó en Madrid.

Aprovechar la debilidad del Estado español

¿Y el PP? ¿Se le puede acusar de partido del "no", siempre a la defensiva, o es la izquierda la que siempre busca su reacción, condicionándole con proyectos para erosionarle políticamente? Juliá responde, apostando, de nuevo, por evitar simplificaciones. “Es una conjunción de las dos cosas.Hay que tener en cuenta lo que sucede en 2004. El PP cree que ganará las elecciones y las pierde. Y la posición que toma es que se trata de algo coyuntural, y que puede cambiar la situación si mantiene firme las esencias españolas. Cree que puede montar una contraofensiva contra Zapatero y no le facilita nada al PSOE para iniciar una reforma de la Constitución, cuando era el momento necesario para ello, tras la petición del PSOE de un informe al Consejo de Estado”.
Esa clave es para Juliá determinante. Entiende que el nuevo Estatut, como defendía el PP, “era una reforma de la Constitución por la puerta de atrás”.
Ante eso, la política catalana muta, se transforma. “Lo que ha sucedido en Cataluña ahora es una gran deslealtad constitucional, una deslealtad federal”, que parte, a su juicio, de la voluntad de los políticos nacionalistas de “aprovecharse, en 2015, de la debilidad del Estado español”.  

Reformar todo el título VIII de la Constitución

“Es una anomalía que haya dejado de existir el catalanismo conservador”, afirma el historiador, que se centra en el meollo, a su juicio, de lo que ha ocurrido en Cataluña. “Todo pasaría por reconstruir una coalición con partidos de identidades duales, de pertenencias compartidas, que no nieguen ni ser catalán ni ser español”. Para Juliá, cuando se le pide que profundice en esa posible solución, señala: “Esas identidades compartidas abrían un abanico muy amplio, con una izquierda española que no renuncia al catalanismo, y con catalanes que no niegan que forman parte de un Estado común. Y eso se ha roto. Lo que ha sucedido es que se ha producido una ruptura. No es un problema de un partido contra otro. Lo que indica es una quiebra interna profunda, una quiebra profunda de algo secular”.
¿Solución a corto plazo? “Creo que la solución pasaría por una coalición entre el partido socialista con un catalanismo que no tuviera en su programa la construcción de un Estado nuevo”.
¿Y cómo se logra eso, a pocos días de unas elecciones trascendentes? Ahí Juliá se anima, toma carrerilla y sonríe a carcajadas cuando recuerda una expresión de Azaña, una de sus grandes especialidades. “Es urgente y necesaria una reforma de la Constitución, pero muy bien discutida, con la participación de todos, de la academia, de asociaciones, y, por supuesto, de las comunidades autónomas, que ahora sí --y no en 1978, donde sólo se preparó su construcción-- son poderes del Estado. Y si es preciso, que se incluyan cláusulas específicas, de posiciones diferenciales. Todo el título VIII --el que hace referencia al poder territorial-- debe ser reformado de principio a fin”.
Eso sí, con las definiciones claras, como decía Azaña: “Esto le da la razón a Azaña, la necesidad de precisar, cuando durante la discusión del concepto de Estado integral, incluido en la Constitución republicana, aseguraba que él sabía lo que era un Estado federal, pero no un estado ‘tendencialmente federal’, porque lo que no podía comprender es que algo tienda a ser algo y no llegue a serlo”.

lunes, 6 de noviembre de 2017

Befesa y Alcasa se Integran

Befesa y Qualitas integran sus negocios de reciclaje de residuos de aluminio

Madrid, 31 de octubre de 2007.- Befesa y fondos gestionados por Qualitas Equity Partners ("Qualitas") han firmado, en el día de hoy, un acuerdo para integrar sus actividades de reciclaje de residuos de aluminio en una sociedad conjunta.
La participación de esta nueva sociedad será de un sesenta por ciento por parte de Befesa, que aportará sus sociedades del negocio de reciclaje de residuos de aluminio, y un treinta y siete por ciento de fondos gestionados por Qualitas, que aportará la recién adquirida, Aluminio Catalán (Alcasa). El restante tres por ciento estará en manos de directivos. La operación está supeditada a la preceptiva autorización de las autoridades de Competencia.
La unidad de negocio de aluminio de Befesa facturó 228,4 millones de euros durante 2006. Tiene una capacidad de producción de 95.000 toneladas de aleaciones de aluminio y plantas productivas en Valladolid y Vizcaya, más dos plantas de reciclaje de escorias salinas en España y Reino Unido con una capacidad de tratamiento de 200.000 toneladas.

Qualitas Equity Partners y Alcasa

Las familias fundadoras de Prisa han salido airosas de su inversión en el mundo del aluminio. El fondo de capital riesgo Qualitas Equity Partners, en el que participan como inversores de referencia los herederos de Jesús Polanco y los de Pancho Pérez, creadores del primer grupo de medios en español, ha vendido la participación del 40% que poseía en BRRA (Befesa Reciclaje de Residuos de Aluminio) a Befesa Medioambiente, la filial del grupo Abengoa, por un importe de 34 millones de euros, según información oficial.
Con esta operación, Qualitas consigue para los Polanco y Pérez un retorno de dos veces su dinero invertido en la compañía y una TIR del 19%, a pesar de haber sufrido durante el periodo de inversión en BRRA una de las peores crisis del sector de las últimas décadas. QEP entró en el sector del reciclado del aluminio en 2007 con la compra de Alcasa al fondo de capital riesgo Ibersuizas, por la que pagó en torno a 60 millones de euros, para fusionar luego la compañía con una filial de Befesa, donde pasó a controlar un 40%.
A pesar del complicado calendario de la inversión, previo al periodo de crisis que arrancó a partir de mediados de 2007, la fusionada BRRA ha conseguido consolidarse durante estos cuatro años como una compañía líder en España y tercera de su sector en Europa, sobre todo gracias a su diversificación geográfica (presencia en 8 países) y a su especialización en el tratamiento de escorias salinas. Con estas magnitudes, la compañía factura más de 300 millones de euros y una estructura de deuda de 120 millones.
Esta desinversión deja a QEP con una sólo compañía en cartera. El fondo gestionado por Eric Halverson, Sergio García e Iñigo Olaiguibel mantiene aún el control de Garnica Plywood, el fabricante riojano de contrachapados de chopo, del que adquirió un 60% en octubre de 2006. De la mano de los fundadores, la familia Garnica, que posee el otro 40%, la compañía ha conseguido salvar la actual crisis y cerró el ejercicio de 2010 con una facturación de 90 millones, mejorando un 39% los resultados del ejercicio anterior.
Desinversiones recientes
Durante los últimos 15 meses, Qualitas ha desinvertido también exitosamente su participación en Tuenti, la red social made in Spain que vendieron en el verano del 2010 a Telefónica por una cantidad aproximada a los 90 millones de euros. Sólo con esta operación el fondo de las familias Polanco y Pérez logró una TIR superior al 60% en menos de dos años, magnitud por la que obtuvo el reconocimiento del sector con el galardón a la operación del año en 2011 por parte de la Asociación Española de Capital Riesgo (ASCRI).
QEP también ha vendido en los últimos meses su negocio de energía de Estados Unidos. El fondo de capital riesgo entró en el año 2006 en la sociedad Fotowatio Renewable Ventures (FRV), dirigida por Rafael Benjumea, justo en los años previos al boom de 2008. Precisamente, ese año se incorporaron como socios del fondo General Electric y Landon, con cuyas aportaciones llegaron a invertir más de 1.000 millones en fotovoltaico y termosolar entre Europa y EEUU, convirtiéndose en uno de los operadores privados más relevantes.
Este verano, sin embargo, Fotowatio alcanzó un acuerdo con el fabricante Sun Edison para deshacerse de su división en EEUU. La operación, pendiente aún de cerrarse, asciende a 167 millones de euros. El fondo de renovables, donde Qualitas tiene un 33% como primer accionista, tiene 157 MW instalados y una cartera de más de 330 MW en proceso de desarrollo entre España, Italia y Australia, una dimensión que le permite facturar cerca de 100 millones de euros al año, según información oficial.
Pasado y futuro de QEP
Sin embargo, todas las inversiones de Qualitas no han resultado igual de provechosas. Durante este último año y medio, el fondo ha tenido que afrontar el cierre de la azulejera castellonense Azuvi (adquirida en 2004), la solicitud de concurso de acreedores del fabricante de prefabricados de hormigón Forte y su salida de la panificadora de masa congelada Bellsolá, su inversión más antigua (2003), que tuvo que afrontar un proceso de reestructuración al comienzo de la crisis para poder seguir adelante.
A partir de ahora, QEP debe considerar la oportunidad de levantar un nuevo fondo mientras termina de gestionar las dos inversiones pendientes. Desde 2003, fecha de su constitución, la firma ha gestionado 150 millones para capital riesgo y 225 millones para inversiones en energía renovable a nivel mundial. Ese mismo reto es el que está a punto de culminar Diana Capital o el que tendrá que iniciar la nueva Portobello Capital en cuanto termine de liquidar la cartera heredada de la antigua Ibersuizas. Pero eso llegará en 2012.

viernes, 3 de noviembre de 2017

Hare y, antes, el psiquiatra Hervey Cleckley, máximos investigadores del asunto, señalaron los principales rasgos del comportamiento psicopático, que voy a resumir y poner en común a continuación

El citado Hare y, antes, el psiquiatra Hervey Cleckley, máximos investigadores del asunto, señalaron los principales rasgos del comportamiento psicopático, que voy a resumir y poner en común a continuación. A ver a qué y a quiénes les suenan: encanto superficial, poca fiabilidad, ausencia de sinceridad, carencia de culpa y remordimiento, dificultad para aprender de la experiencia, egocentrismo y narcisismo patológicos, notable capacidad verbal, excesiva autoestima, propensión a la manipulación, forma de vida parasitaria, falta de objetivos realistas a largo plazo, impulsividad, actuaciones irresponsables y negativa a aceptar la responsabilidad de esas actuaciones...
El psiquiatra polaco Andrzej Lobaczewski estableció los fundamentos de la Ponerología, esto es, del estudio del mal en relación con situaciones políticas injustas. Y enfermas. Y acuñó el término Patocracia -control y poder sobre el sentimiento y el dolor-, que definió así: "Un sistema de gobierno creado por una pequeña minoría patológica que toma el control de una sociedad de personas normales". De otra manera: élites psicópatas dirigen de modo totalitario a una sociedad que acaba siendo motivada por valores puramente patológicos.
Del blog Pathocracy tomo y sintetizo algunas características de la Patocracia, según las teorías de Lobaczewski concretadas en su libro La Ponerología política. Una ciencia de la naturaleza del mal adaptada a propósitos políticos. Son éstas: supresión del individualismo, ideología fanática, intolerancia hacia el diferente, corrupción generalizada, gobierno paranoide, desprecio a los ciudadanos que los patócratas dicen representar, propaganda y control de los medios de comunicación, doble discurso, utilización de la gente como mero recurso para los fines de los patócratas, adoctrinamiento, división de la población para fomentar un conflicto de bandos...

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Joan March Ordinas

Joan March Ordinas fue, seguramente, uno de los hombres que más poder ha atesorado en España entre 1915 y 1964, año de su muerte. Fue una de las fortunas más grandes del mundo. Fortuna que, por supuesto, no consiguió trabajando, sino gracias a todas una serie de artimañas, que van desde el tráfico de tabaco, al tráfico de armas, pasando por el espionaje a favor y en contra de España, según el postor, y a conseguir contratos ilegales con Primo de Rivera (consiguió el monopolio del tabaco en todo Marruecos).
Sobornaba a ministros, policías, etc. Durante la II Guerra Mundial, Los nazis pensaban que era un buen aliado, un auténtico enemigo de los británicos; los británicos, a su vez, pensaban que era un auténtico antinazi y anticomunista. Financió al bando nacional durante la Guerra Civil y fue diputado e incluso miembro de la comisión de garantías constitucionales durante la II República. Francesc Cambó (Ministro de Hacienda durante el reinado de Alfonso XIII) lo denominó "el último pirata del Mediterráneo". Y durante la II República, Manuel Azaña afirmó que "o la República somete a March o March someterá a la República".
Joan March fue encarcelado en 1932 en la prisión de Alcalá de Henares, sin embargo, logró fugarse con suma facilidad, ya que le ayudaron a ello. El mismo guardia que lo vigilaba hizo de chofer para sacarlo del país (fue llevado a Gibraltar). El estraperlo de 1935 es una historia que involucra al sobrino del presidente del gobierno de aquella época, Alejandro Lerroux. Fue a partir este escándalo cuando se empezó a utilizar el término "estraperlo". En este caso, se refería a un timo llevado a cabo por un judío holandés, David Strauss, y su socio, otro holandés nacionalizado en México conocido como Perlowitz(estraperlo viene de la unión de Stra-Perlo, es decir de las primeras letras de los nombres de estos dos).

Milton Huntington

Milton Huntington

martes, 7 de marzo de 2017

20 Cualidades de las Personas con Talento



10 Cualidades de las personas con talento. ¿Cuántas posees?


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El artículo de hoy es muy especial para mí porque pretende ser una reflexión sobre quiénes somos y qué nos gustaría ser. Hoy te vengo a hablar del talento, del talento que tú también llevas dentro.

Lo que has de saber hacer para desarrollar tu Talento
- 1 Creer en ti
- 2 Ser proactivo
- 3 Vivir el presente
- 4 Tener metas
- 5 Querer aprender

- 6 Saber aprender
- 7 Poder aprender
-8 Querer mejorar

- 9 Actitud de Mejora
-Rodéate de los mejores
-Aprende de los campeones
-Disfruta de lo conveniente
-Encuentra Sentido a lo que haces
-Disfruta
-Ten ganas
-Ten determinación
-Prepárate
-Ten claro tus puntos Fuertes
-Aprende a dar el 150 %
¿Listo para saber qué cualidades son las que posee una persona con talento? ¿Preparado para descubrir cuántas posees? ¿Decidido a adquirir aquellas que te faltan? Si es así, felicidades por tu valentía y determinación. Sin más dilación, zarpamos…
TALENTO
Imagen extraída de Shutterstock

¿Qué cualidades poseen las personas con talento?

1. Saben perfectamente lo que quieren.
  • No se puede tener talento si no sabes hacia dónde vas, si no eres capaz de descubrir cuál es tu verdadero objetivo en la vida. Saber definir el objetivo es el primer paso que define a una persona con talento.
2. Son proactivas.
  • A mí me gusta decir que en la vida hay dos tipos de personas: las que tienen un problema para cada solución y las que transforman los problemas en soluciones. La primera es una persona reactiva; la segunda, proactiva. La proactividad no es más que transformar el deseo en acción. El talento es, por tanto, la suma entre lo que quieres y lo que haces para conseguirlo. Si te interesa profundizar sobre el término proactividad, te remito al siguiente enlace.
3. Son disciplinadas.
  • Uno de los mayores enemigos del talento es la falta de disciplina, lo que se podría denominar como procrastinación. ¿Quieres conocer en qué consiste la procrastinación docente? Descúbrelo en el siguiente enlace. Te sorprenderá.
4. Evitan la dispersión.
  • Otro rasgo que define a una persona con talento es su capacidad para no dispersarse. Francisco Alcaide las denomina personas de foco. ¿Y sabes además cual es una de sus grandes virtudes? Pues que saben decir que no.
5. Tienen paciencia.
  • No hay talento sin paciencia. No hay resultados sin saber esperar. Fijarse un objetivo y llevarlo a la práctica no se consigue de la noche a la mañana. Además, la persona con talento posee la capacidad de reconocer que no siempre se consigue a la primera lo que uno desea.
6. Son autorresponsables.
  • La autoresponsabilidad es una de las características que más destacaría de una persona con talento. Pero, ¿qué significa ser autoresponsable? Significa aceptar tus aciertos, pero sobre todo responsabilizarte de los errores. Las personas con talento proyectan la responsabilidad hacia ellos mismos.
7. Poseen determinación.
  • Existe una clara diferencia entre motivación y determinación. La principal es que la motivación se localiza a corto plazo, mientras que la determinación se caracteriza por proyectarse a medio o largo plazo. De ahí la importancia de ser paciente. Si quieres conocer la diferencia entre motivación y determinación no dejes de leer el siguiente enlace.
8. Están mentalmente sanas.
  • Encontrar el equilibrio entre la razón y la emoción, entre lo racional y lo emocional. La persona mentalmente sana es aquella que se siente satisfecha consigo misma, que se respeta a sí misma y a los demás, que no se siente desbordada por las emociones, que no se infravalora, que encuentra el placer en la cotidianidad, que afronta las dificultades como una forma de aprendizaje.
9. Se rodean de las personas adecuadas.
  • Tener talento implica rodearse de las personas que pueden hacerte mejorar. De allí que sepan distinguir o reconocer a las denominadas personas tóxicas. ¿Y qué se considera una persona tóxica? Descubre las 14 cualidades de una persona tóxica en el siguiente enlace.
10. Poseen una actitud de mejora continua.
  • Uno de los mayores enemigos de la persona con talento es la autocomplacencia. De lo que se trata es de mantener una actitud de mejora, de aprendizaje continuo. La persona con talento nunca con lo que sabe, y lo mejor de todo es que sin conformarse es capaz de ser feliz y de sentirse realizado.

lunes, 6 de marzo de 2017

Juan García-Nieto y su hermana Carmen García-Nieto

El sacerdote jesuita Joan García-Nieto, cofundador del sindicato Comisiones Obreras en la comarca del Baix Llobregat (Barcelona) bajo la dictadura franquista y animador, junto con el también fallecido Alfons Carlos Comín, del movimiento Cristianos por el Socialismo, falleció el pasado sábado de un ataque al corazón mientras oficiaba misa en la parroquia Verge del Pilar, de Cornellá (Barcelona), ciudad en la que residía desde el año 1965.Teólogo, sociólogo y escritor, Joan Nepomuceno García-Nieto había nacido en julio de 1929 en Barcelona en el seno de una familia burguesa (fundadora de la Banca Riva y García). Estudió en Deusto y en Londres, donde se licenció en Sociología Industrial. En esta última ciudad entró en contacto con el movimiento obrero británico y con los sindicalistas españoles exiliados. Se ordenó sacerdote en 1960, en Irlanda, y cinco años después se instaló en el barrio de obreros inmigrantes de Sant Ildefons, en Cornellá. Su casa dio cobijo a sindicalistas perseguidos por la policía de la dictadura. Desde esa ciudad contribuyó desde primera fila a levantar CC OO, a partir de una organización llamada Comisiones de Barrios y Fábricas. El Ayuntamiento de Cornellá le otorgó la medalla de oro de la ciudad en 1989.
Compañero de militancia de Alfonso Carlos Comín, Jordi Solé-Tura, Jordi Borja y Marina Subirats, entre otros, en Bandera Roja, ingresó posteriormente en el Partit Socialista Unificat de Catalunyá (PSUC). Su militancia comunista no le llevó a cuestionar su pertenencia a la Iglesia: "No la dejaré jamás, porque si alguien sobra en la Iglesia son los que están por una opción burguesa", había declarado. En los últimos años estaba volcado en la Fundación Utopía, dedicada a recuperar la historia del movimiento obrero en el Baix Llobregat y a fomentar una política socialista unitaria.-

domingo, 5 de marzo de 2017

Un Delirio es un Estado de Confusión Profundo

Delirium, or acute confusional state, is an organically caused decline from a previously attained baseline level of cognitive function. It is typified by fluctuating course, [clarification needed] attentional deficits and generalized severe disorganization of behavior. It typically involves other cognitive deficits, changes in arousal (hyperactive, hypoactive, or mixed), perceptual deficits, altered sleep-wake cycle, and psychotic features such as hallucinations and delusions.
Delirium itself is not a disease, but rather a clinical syndrome (a set of symptoms). It may result from an underlying disease, over-consumption of alcohol, from drugs administered during treatment of a disease, withdrawal from drugs or from any number of health factors. Delirium may be difficult to diagnose without the proper establishment of the baseline mental function of a patient.
Delirium may be caused by a disease process outside the brain that nonetheless affects the brain, such as infection (urinary tract infectionpneumonia) or drug effects, particularly anticholinergics or other CNS depressants (benzodiazepines and opioids).[1] Although hallucinations and delusions are sometimes present in delirium, these are not required for the diagnosis, and the symptoms of delirium are clinically distinct from those induced by psychosis or hallucinogens (with the exception of deliriants.) Delirium must by definition be caused by an organic process, i.e., a physically identifiable structural, functional, or chemical problem in the brain (see organic brain syndrome), and thus, fluctuations of mentation due to changes in purely psychiatric processes or diseases, such as sudden psychosis from schizophrenia or bipolar disorder, are (by definition) not termed delirium. Like its components (inability to focus attentionmental confusion and various impairments in awareness and temporal and spatial orientation), delirium is the common manifestation of new organic brain dysfunction (for any reason). Delirium requires both a sudden change in mentation, and an organic cause for this. Thus, without careful assessment and history, delirium can easily be confused with a number of psychiatric disorders or long term organic brain syndromes, because many of the signs and symptoms of delirium are conditions also present in dementiadepression, and psychosis.[2] Delirium may newly appear on a background of mental illness, baseline intellectual disability, or dementia, without being due to any of these problems.
Treatment of delirium requires treating the underlying cause, and multi-component interventions are thought to be most effective.[3] In some cases, temporary or palliative or symptomatic treatments are used to comfort the person or to allow other care (for example, a person who, without understanding, is trying to pull out a ventilation tube that is required for survival). Delirium is probably the single most common acute disorder affecting adults in general hospitals. It affects 10-20% of all hospitalized adults, and 30-40% of elderly who are hospitalized and up to 80% of those in ICU. Among those requiring critical care, delirium is a risk for death within the next year.[4] Antipsychotics are not supported for the treatment or prevention of delirium among those who are in hospital.[3][5] However, when delirium is caused by alcohol or sedative hypnotic withdrawalbenzodiazepines are typically used.[6]

sábado, 4 de marzo de 2017

El DELIRIO SEPARATISTA y 2

Quizás por el horror que supone ver nuestro lado más oscuro a través del espejo deformante de la locura, hay pocos escenarios humanos tan fascinantes como el de aquellas personas que –sin mostrar un deterioro intelectual general como el que se observa en una demencia– muestran un pensamiento delirante.
Hay gente que cree que la intentan envenenar en su casa, otros están convencidos de que su padre no es tal sino el diablo disfrazado y otros piensan que el fin del universo está escrito en clave en las matrículas de los coches de su calle. Decimos que estas personas deliran. Pero no es fácil definir formalmente el delirio, como no es fácil, por cierto, definir el pensamiento «normal». La mayor parte de las definiciones comparten la idea de que un delirio es un pensamiento considerado implausible por los demás, mantenido con una convicción firme, no modificable por la argumentación y la experiencia, y con un valor emocional tan elevado para quien lo expresa que una parte sustancial de su existencia acaba girando en torno a esa idea delirante. El delirio se aparta del razonar común, de la senda implícitamente consensuada que nos permite a los no delirantes compartir una realidad mutua 1.
El libro de Castilla del Pino es una notable excepción porque, por una vez, se intenta articular una teoría psicológica del delirio. La aparición hace cerca de 40 años de los psicofármacos antipsicóticos permitió cortocircuitar el delirio de muchos pacientes pero también tuvo la consecuencia indeseable de limitar hasta la consunción la reflexión de los clínicos sobre las funciones psicológicas que cumplían los delirios, de tal modo que ante el delirante el psiquiatra actuaba más como un cirujano que como un clínico pues se trata de «extirpar» un apéndice inútil producto de alguna desconocida aberración neurobiológica.
Con este libro, Castilla del Pino, a contrapelo del actual biologismo acientífico en que se mueve buena parte de la psiquiatría actual, va desarrollando articulada y parsimoniosamente frente al lector un armonioso sistema explicativo para explicar el significado que tiene el delirio en la vida del delirante. Su tesis es que el delirio es un error, sí, pero un errornecesario: el delirio se convierte en el único sustento que le queda al sujeto para soportar una realidad personal insoportable, para mantener un yo frágil y vencido. Para el delirante, vivir en el delirio supone su única tabla de salvación, su único medio de salvar su autoestima y su integridad psicológica.
El delirio no consistiría, como desde una postura diametralmente opuesta han intentado explicar recientemente otros autores, en un subproducto de desecho de procesos biológicos subyacentes sino en un síntoma revestido de pleno significado biográfico 2. La aproximación terapéutica al delirio es por eso una tarea ardua (inexpugnable para algunos, siguiendo la tradición de K. Jaspers), pues supone desarticular la única estructura psicológica fuerte (anómalamente fuerte por su carácter defensivo) que le queda al sujeto. El delirio, pues, sería el producto necesario de una situación vital insoportable psicológicamente que exige una transfiguración para ser soportada. La idea de ser perseguido por la CIA, o de ser el destinatario de una revelación divina o demoníaca, no hace sino situar al delirante en un estrado de proyección personal y de relevancia que fuera de su delirio nunca podría haber obtenido. El delirio cumple, así, la función de tapar fisuras e insuficiencias vitales. De hecho, para Castilla del Pino, las típicas depresiones que se observan cuando el delirio se atenúa con la medicación antipsicótica, sería el resultado de que el sujeto se ve impedido, de súbito, para utilizar esa ortopedia (en expresión textual del autor) que suponía hasta entonces el delirio. Si el delirio se extirpa, siguiendo la analogía quirúrgica anterior, ¿qué le queda al sujeto para sustentar su identidad?
La teoría de Castilla del Pino está articulada desde una teoría del sujeto y del conocimiento (o construcción) de la realidad. Según Castilla del Pino, el delirio hay que entenderlo atendiendo a dos frentes. Por un lado, el delirio transgrede una serie de normas básicas de la lógica (sobre todo porque el delirante parece incapaz de ver/aceptar que existen otros puntos de vista diferentes al suyo, lo que es una premisa básica de la comunicación) y, por otro, se nutre de una serie de necesidades y deseos psicológicos no satisfechos en cuyo lugar queda instalado el delirio. Aunque podamos estar de acuerdo con este punto de partida, realmente a contracorriente del quehacer psiquiátrico vigente, resulta más discutible apoyarse en la teoría psicoanalítica,como hace Castilla del Pino en este libro, para desenmarañar los mecanismos de formación del delirio. La psicología científica, aún admitiendo la idea de que el delirio encierra un significado, explica su formación a través de vías menos esotéricas que las propuestas por él.
Pero dejando de lado estas discrepancias de carácter más técnico, el libro de Castilla del Pino puede calificarse de moderno pues intenta la comprensión psicopatológica del delirio desde la comprensión del pensamiento de las personas normales. Del mismo modo que nadie hoy día se atreve a explicar las amnesias sin partir del conocimiento que tenemos del funcionamiento de la memoria normal, parece poco probable, aunque todavía se intenta desde la psicopatología más rancia y acartonada, entender el delirio como un producto cualitativamente diferente del pensamiento normal. Por ejemplo, algunos estudios –aún en vías de publicación– de E. Peters (University College of London) y P. Garety (Oxford University) han puesto de manifiesto que hay una línea de continuidad entre las ideas religiosas de personas muy creyentes y las ideas psicóticas. La diferencia es más de grado en ciertas dimensiones que de radicales diferencias en cuanto a su naturaleza 3. Las funciones y características del pensamiento delirante no se hallarían, por lo tanto, tan alejadas de las que caracterizan al pensamiento llamado «normal» y en esta línea se sitúa también la argumentación de Castilla del Pino.
El libro se lee con placer porque, además, Castilla del Pino muestra una firme voluntad literaria en este ensayo. Pero, como lector atraído por el argumento central de este libro, habría deseado un epílogo (¡o quizás la continuación en otro libro!) sobre la terapia psicológica de los delirios. Mientras que el psicoanálisis se ha mostrado típicamente impotente para desarticular el delirio, creando a veces explicaciones rocambolescas próximas también a un delirio, comienzan a aparecer vías modernas –derivadas en muchos casos de las psicoterapias cognitivas y la terapia de conducta– para ayudar al delirante. Algo se mueve en este sentido en el campo de la psicología clínica actual, sobre todo en el entorno británico. Las aportaciones recientes de Chadwick, Lowe, Bentall, Haddock, Garety, etc., permiten augurar que, en un futuro cercano podamos disponer de algunas llaves que nos permitan acceder a disolver el error delirante y ayudar a quien ha perdido la razón a reconstituir su realidad de un modo socialmente más aceptable y con menor sufrimiento 4.
El libro, aun en su forma de ensayo para un público más general, debe convertirse en un punto de referencia obligado para el especialista y debería también servir de germen para desarrollar programas de investigación empíricos para contrastar las agudas intuiciones clínicas con que el profesor Castilla nos regala en esta obra de madurez creadora. A pesar de que el delirio es el epicentro de la locura, desconocemos casi todo sobre él. Parte de este desconocimiento se debe, como señalaba no hace mucho Castilla del Pino 5, a la escisión que muy tempranamente, a principios de siglo, se produce entre la psiquiatría y la emergente psicología científica experimental. Sería deseable recuperar ese diálogo interdisciplinar porque las teorías y los modelos de razonamiento, de memoria, y de percepción que ofrece la psicología actual pueden proporcionar las claves epistemológicas para desentrañar la naturaleza del delirio, así como de otros síntomas cognitivos psicopatológicos. Quizás, finalmente, el delirio no sea tan «necesario» como el profesor Castilla sugiere. La ciencia ya no se considera un asunto determinista sino más bien probabilista y, en este sentido, aún no se ha descubierto ninguna circunstancia que necesariamente conduzca a un trastorno mental. Así pues, nos queda finalmente por delucidar por qué unas personas, ante constelaciones de circunstancias semejantes, deliran y otras no (bien permaneciendo sanas o bien sucumbiendo a algún otro tipo de psicopatología no delirante). Poder predecir quiénes tienen más probabilidad de delirar queda, en mi opinión, fuera del alcance del método clínico de observación que sigue Castilla del Pino. Esta es una tarea más accesible desde una perspectiva nomotética que, aunque inspirándose en lúcidas hipótesis clínicas, permitirá más fácilmente desentrañar relaciones generales entre variables. En cierto modo, el intento de Castilla del Pino es que el pensamiento psicopatológico retome un surco de razonamiento y profundidad de análisis en el que, lamentablemente, parece haberse perdido, en un naufragio en el que abundan por igual vanos artificios verbales como recetas de fármacos dispensados con una generosa y, a menudo, ignorante mano. La apuesta está echada.

miércoles, 1 de marzo de 2017

El Delirio Separatista

Para Jorge Tizón, el delirio está basado en el dolor y el sufrimiento del sujeto, que quiere evitarlo creando una fantasía que finalmente le acarrea más pesar. Castilla del Pino, de 75 años, establece que el delirio es un error de la percepción humana y constituye una necesidad para muchas personas al no tolerar la verdad sobre aquello en lo que yerrán, pero "los normales" le dan a la fantasía un valor de ensoñación, y los delirantes patológicos se la creen.

El delirio o la presencia de ideas delirantes es propio de las patologías psiquiátricas psicóticas, principalmente la esquizofrenia y la paranoia, entre otras. Estas patologías se producen a raíz de una interpretación delirante de sucesos tras una percepción normal de la realidad.

Estas creencias delirantes son falsas, irrebatibles a la lógica, basadas en la inferencia errónea de la realidad. Suelen ser más elaboradas en la paranoia que en la esquizofrenia, aunque en esta última el contenido de la idea delirante puede ser más abigarrado.

Conviene no confundir el delirio con el delirium, trastorno cognitivo generalizado y agudo en el que existe un deterioro global de las funciones superiores con descenso del nivel de consciencia. Se inicia de forma brusca, su curso es fluctuante y autolimitado y suele ser debido a causas médicas o tóxicas, como enfermedades neurológicas, fármacos, ciertas drogas o enfermedades sistémicas (enfermedades endocrinas, hepatopatías, insuficiencia cardíaca, sepsis, anemias agudas…). Se produce desorientación y deterioro del nivel de conciencia, cosa que no sucede en el delirio psiquiátrico. En el delirium existe una desestructuración del pensamiento y de la percepción, así como del estado de ánimo.
El Delirio Separatista se llega por necesisdad se ve como la única salida para tapar el 3% o la corrupción de CIU

Los pacientes con delirio presentan alteraciones del contenido del pensamiento debido a interpretaciones falsas o distorsionadas de situaciones externas que han ocurrido en la realidad (por ejemplo, creer que hablan de uno porque en una biblioteca la gente habla en voz baja). En la esquizofrenia la interpretación de realidades externas es más inconexa y abigarrada (por ejemplo, creer que va a haber una invasión alienígena porque se ha visto un gato cruzando la calle).

Los principales temas de las ideas delirantes son:

  • De persecución o perjuicio (“todos me persiguen y me quieren hacer daño”).
  • De celos o celotipia (“mi pareja me engaña con todos”).
  • De atracción o erotomanía (“soy irresistible para todo el mundo”).
  • De grandeza o megalomanía (“soy una persona muy importante”).
  • De depresión (“todo lo que ocurre es culpa mía”).
  • De control o de influencia (“me quieren controlar el pensamiento”).
Asimismo, los pacientes con delirio por esquizofrenia o paranoia, por ejemplo, pueden presentar alucinaciones, que son percepciones sin objeto real que las cause, independientes de la voluntad del paciente y sin que éste las juzgue, es decir, está plenamente convencido de que lo que percibe es real. Las alucinaciones suelen ser auditivas (voces, comentarios) y a veces táctiles u olfativas; las alucinaciones visuales son más propias de los trastornos orgánicos

lunes, 27 de febrero de 2017

La Ofensiva de Cataluña

La Ofensiva de Cataluña, también llamada Batalla de Cataluña1 o Campaña de Cataluña, fue el conjunto de operaciones militares que se desarrollaron en Cataluña entre diciembre de 1938 y febrero de 1939 dentro del marco de la Guerra Civil Española, y que se saldaría con la victoria de las tropas franquistas. El objetivo era la toma de Barcelona y del reducto republicano de Cataluña, al tratarse de ocupar una importantísima ciudad española que junto con el resto de la región catalana había permanecido en el bando republicano desde el comienzo de la guerra.

Las Jornadas de Mayo de 1937 del 3 al 8 de Mayo

Las Jornadas de Mayo de 1937, a veces también denominados Sucesos de Mayo o los Hechos de Mayo, hacen referencia a una serie de enfrentamientos ocurridos entre el 3 y el 8 de mayo de 1937 en diversas localidades de las provincias de Cataluña, con epicentro en la ciudad de Barcelona, en el contexto de la Guerra Civil Española.
En estos sucesos se enfrentaban los grupos anarquistas y trotskistas (partidarios de la Revolución), por un lado, y el Gobierno de la República, la Generalidad de Cataluña y algunos grupos políticos, por otro lado. Fue el punto culminante del enfrentamiento entre la legalidad republicana de la preguerra y la Revolución, que estaban en roce constante desde el 18 de julio de 1936.